Utopía y educación
¿Qué relación hay entre las utopías y la educación?
En este Laboratorio de Utopías —y particularmente en su Incubadora—, donde proponemos pensar sobre modelos de sociedades alternativas y mejores éticamente al mundo en el que vivimos, cabe la posibilidad de reflexionar también sobre dos cuestiones trascendentales: el papel que ocuparía la educación en dichas sociedades y el que desempeña la propia idea de utopía en la formación de los ciudadanes capaces de construirla en el futuro. Son dos dimensiones distintas de la relación entre la utopía y la educación, pero que están muy conectadas.
El primer aspecto, relativo a la educación planteada en las utopías literarias o en las comunidades intencionales, sería uno de los elementos que planteamos desde este Laboratorio como parte integrante de los proyectos que compartan los utopistas. La razón para ello sería que, desde sus orígenes, las diferentes propuestas de utopías escritas o casi realizadas —desde la de Tomás Moro hasta las más actuales— han incluido referencias a cómo se educaría a la población en esos mundos nuevos, para darles la continuidad, fuerza y esperanza necesarias en su construcción y su devenir.
Los modelos propuestos han variado entre la formación proporcionada por las familias, sin escuelas regladas (como en el caso de Illich y su propuesta de “desescolarización”), pasando por los centros escolares regidos por sabios en diferentes materias, orientadas a desarrollar el intelecto, además de preparar para labores específicas (de Moro y los utopistas de la Edad Moderna), hasta las escuelas del trabajo y para la formación técnica, orientada a asegurar las distintas profesiones y a formar para la colectividad (de los socialistas utópicos o de Makarenko, en el ámbito soviético).
También se podrían mencionar otras propuestas, como las escuelas libres de las comunidades intencionales anarquistas, con estructura y organización escolar, pero con métodos pedagógicos totalmente alternativos (Escuelas Tolstoyanas, Escuela Moderna de Ferrer Guardia, Escuela Freinet, etc.).
Las características de cada modelo están a disposición de les utopistas que quieran consultarlas, en el Archivo de este Laboratorio. Tras conocerlas, sin duda podrán valorar y escoger la forma en que les gustaría que se educara la población de su propuesta utópica.
La segunda cuestión, referente al valor que tiene conocer y hablar sobre las utopías en contextos educativos actuales, es igualmente interesante, pero en otra dimensión: la de la implicación activa desde el presente en la construcción de esas alternativas del futuro.
Educando en la utopía y desde la utopía, como meta a alcanzar, se puede lograr un posicionamiento más activo y, quizá, más contundente en el empeño de mejorar la sociedad. Ese es nuestro convencimiento y por ello, hacemos las siguientes propuestas para trabar la relación entre utopía y educación.
Usos educativos del Laboratorio de Utopías
Educar para la utopía puede entenderse como el paso siguiente a la educación para la ciudadanía, concepto ya asumido en gran parte de los programas educativos de los países occidentales y que remite a formar a les niñes en capacidades concretas de participación activa y constructiva en democracia. La educación para la ciudadanía constituye una apuesta por asentar el sistema político ya asumido en el presente, a pesar de sus muchas necesidades de mejora y desarrollo, y aportarle calidad.
Entender la educación para la utopía como el escalón que sigue a esta línea de trabajo supone varias cosas: conlleva poner la vista en el futuro, aun trabajando desde el presente; requiere analizar críticamente el momento actual para dar paso al diseño de un futuro alternativo mejor; implica moverse desde el conocimiento de nociones y conceptos —sobre la estructura organizativa de cualquier sociedad y sobre la idea misma de utopía— a la capacitación en procedimientos; lleva a asumir que el compromiso con el futuro está a nuestro alcance y que, además de esfuerzo, dedicación y valentía, también precisa de unos conocimientos.
Así pues, en este empeño de formar en los métodos existentes que ayudan a los jóvenes a implicarse en el futuro (no sólo en su presente), usando la propedéutica como herramienta de pensamiento, existen diversas propuestas didácticas, tanto del ámbito de la filosofía como en el de la historia, que llevan años aplicándose en los centros educativos:
- Actividades del ámbito de los future studies, en las que se trabajan las representaciones concretas que desarrollamos sobre el futuro para trabajar sobre nociones de tiempo histórico. Se generan a partir de la pregunta: ¿cómo imaginamos el futuro? Y utilizan recursos del tipo del análisis de las distopías literarias o cinematográficas para, a partir de ellas, rediseñar futuros utópicos. También plantean estudiar condiciones del presente que generan injusticias o desigualdad y proponer alternativas concretas para su transformación.
Para orientar el trabajo sobre las imágenes del futuro es necesario tener presentes estas cuatro maneras de interpretarlo: la optimista en que el estudiantado cree que el futuro será mejor; la pesimista, en la que lo estructuran desde la noción del desastre inminente; la tecnológica, según para la cual la tecnología es la clave para el porvenir; y, finalmente, la continuista, en la que el futuro se ve como una extensión del presente.
En esa línea de trabajo, la educación para el futuro sugiere propuestas con las que diferenciar mundos mejores con niveles de viabilidad distintos: los futuros posibles, que se relacionan con aquellas alternativas que podemos imaginar con más facilidad, los futuros probables, vinculados a aquello que puede preverse que pueda suceder, aunque sea menos accesible, y finalmente, los futuros deseables que esperamos conseguir para el buen vivir de las comunidades, pese a ser ideales.
- Actividades que enseñan a pensar desde la utopía la relación entre el futuro individual y colectivo. El estudiantado puede, en ocasiones, imaginar un futuro personal optimista mientras proyecta que el futuro de la humanidad es profundamente distópico. Un elemento crucial sería hacer con elles un recorrido histórico comparativo por diferentes propuestas utópicas, bien de tipo clásico (utopías literarias o audiovisuales) o bien del tipo de las utopías concretas, comunidades en las que los seres humanos se han comprometido de manera personal para forjar un mejor vivir colectivo.
- Repensar el sistema educativo desde la utopía y acercar al estudiantado a comunidades intencionales actuales que propongan transformar utópicamente la forma de habitar la escuela, desde principios como la cooperación, la igualdad y la autodeterminación. Un gran laboratorio para la utopía puede ser acompañarles a repensar su propio espacio educativo, desde la transformación del espacio físico, el currículum, las relaciones entre pares y los propósitos de la educación y el aprendizaje.
- Proponerles diseñar su propia utopía, de forma individual o colectiva; una en la que pongan en juego todos los elementos necesarios para configurarla como tal: un sistema económico, social, político y una cultura e ideología, que permitan desarrollar la vida a todes, conforme a los derechos fundamentales de los seres humanos, dignamente y con compromiso con el futuro.
Trabajar desde este enfoque utópico, ejercitando la práctica prefigurativa, que supone representar en la realidad aquellas relaciones y prácticas que tendrían lugar en un futuro deseable para la humanidad, ayuda claramente a imaginar de qué manera podría ser una sociedad alternativa, imaginar cómo sería habitarla y otorgar importancia a las formas de las relaciones sociales en este horizonte utópico.
Esta tipología de actividades docentes se puede aplicar a cualquier edad o ciclo formativo, aunque para desarrollarlas son necesarios algunos recursos didácticos: exposiciones orales iniciales, investigaciones individuales o colectivas, juegos, lecturas de textos orientativos, colaboración grupal, redacción o dibujo de propuestas —cómic también— y, fundamentalmente, el relato como vehículo para organizar los contenidos y darles sentido.
La Incubadora ofrece herramientas que pueden resultar muy útiles, tanto para comenzar con el análisis de los elementos que harían falta para generar en el aula el relato de la utopía soñada como para concretar este relato en sí.
La adaptación didáctica a niveles de infantil, primaria o secundaria (incluso diversos grados universitarios) sería una tarea que abordar por parte de los docentes que quieran utilizar la Incubadora en sus cursos. Cada grupo de alumnos con los que se quiera emplear este recurso requiere que le facilitemos el proceso, adecuándolo a su edad. Para ello, el Archivo del Laboratorio ofrece textos y artículos y un Manual de aplicación docente, aún en construcción, donde se harán propuestas concretas para cada nivel y circunstancia educativa.
¡Os animamos a emprender esta aventura! Pese al esfuerzo que pueda suponer diseñar una actividad didáctica específica de este tipo, estamos seguros de que obtendréis la recompensa de convertir en utopistas a les niñes y adolescentes, insuflando en elles la esperanza y la convicción que pueden hacer plausibles, poco a poco, las utopías.