En mi utopía, habría una sociedad donde no existan categorías sociales como el género, la raza o la orientación sexual, por lo que no habría discriminación ni violencia en este sentido. Además, habría una redistribución equitativa de la riqueza, de forma que tampoco habría clases sociales, y el Estado sería el encargado de proporcionar de forma gratuita las necesidad básicas como la comida, todo lo relacionado con la sanidad y los hogares para todas las personas, así como una educación de calidad, para que ningún estudiante tuviera que trabajar a la vez que estudia, sino dedicarse totalmente a su formación.
Siguiendo con la educación, los niños y adolescentes no tendrían que pasar seis horas al día, cinco días a la semana en colegios o institutos, y el resto de su tiempo libre estudiando en casa. Habría una educación de menos horas al día sin tareas para casa y se aprendería sobre cosas prácticas y adaptadas a la vida diaria, incluyendo educación emocional, en lugar de memorizar datos o fechas que se estudian para un examen y se olvidan al día siguiente. Los niños podrían ser niños y jugar, o hacer lo que quisieran en su tiempo libre, y los adolescentes tendrían otro tipo de ocio que no girara en torno al consumo de alcohol y sería un ocio proporcionado por el Estado, gratuito.
Por otro lado, la forma de gobierno sería un tipo de democracia donde la población tuviera más voz y la participación ciudadana no se limitara a votar una vez cada cuatro años o manifestarse en la calle, sino que participaran de forma más activa en la toma de decisiones importantes. Además, los gobiernos trabajarían juntos en proyectos que no explotaran los recursos naturales y existiría un desarrollo sostenible que no afectara a la naturaleza, de forma que no habría contaminación ni cambio climático, y solucionarían sus desacuerdos de forma diplomática y dialogada sin llegar a conflictos bélicos, por lo que no sería necesario un ejército ni ningún tipo de armas.
Asimismo, habría mayor solidaridad y sentimiento de comunidad, la población se ayudaría entre sí y no habría ningún tipo de violencia en las calles o inseguridad, por lo que tampoco serían necesarios los cuerpos de seguridad del Estado.
Por último, la vida en común no se limitaría a la familia tradicional y al trabajo, sino que habría mayores redes de apoyo y vínculos cercanos más allá de la sangre. Las tareas se realizarían de forma comunitaria y la gente no tendría que trabajar 40 horas a la semana durante la mayor parte de su vida, por lo que podrían desarrollar pasatiempos o pasar el tiempo con sus seres queridos como quisieran, en lugar de organizar toda su vida en torno al trabajo.